Tokio Blues (Norwegian Wood)
de Haruki Murakami
Reseña
Reseña
Ya desde el título, el
autor da cuenta del terreno en el que se va a desarrollar su relato. Tokio, sí,
pero también otras locaciones de Japón. La palabra blues puede ser una
referencia musical, pero cabe más entenderla como lo que significa en inglés:
tristeza (el blues nace como un subgénero del jazz que canta “tristezas”). La
otra parte del título alude al tema de los Beatles,
el segundo del álbum Rubber Soul.
Así que si bien un libro no puede juzgarse por la
tapa, aquí hay algo de la tapa –el título- que describe muy bien lo que hay en
el interior. La historia que Watanabe rememora al escuchar por casualidad la
canción de Lennon y McCartney transcurre en el convulsionado Japón de fines de
los ’60, donde sufre el suicido de su amigo Kizuki y, a partir de entonces, una
extraña relación con la novia de aquel. El hastío pero también cierta curiosidad
serán motores para el recorrido de Watanabe entre los 18 y 20 años.
La influencia de los escritores norteamericanos de
mediados del siglo XX es imposible de ocultar, así que Murakami no se preocupa
por hacerlo; por el contrario, hace del protagonista un lector casi obsesivo de
J.D. Salinger y, fundamentalmente, de Scott Fitzgerald (aunque también aparecen
Thomas Mann y Hermann Hesse). Sorteada de esta manera la cuestión del estilo,
parece establecerse una suerte de contrato con el lector: “ya sabés que te lo
cuento así, ahora concentrate en la trama”. Y tiene éxito. Porque en el punto
en que se revela la bibliofilia de Watanabe, los personajes (la desafortunada
Naoko, el excéntrico Tropa-De-Asalto, el cuasi misántropo Nagasawa) ya fueron
presentados y la rueda de la narración empieza a girar con autonomía. Es el
momento en que el libro “engancha” y hace comprender que la trascendencia de
este escritor japonés no se debe a descripciones de elementos bucólicos. La
incorporación de dos personajes femeninos –Reiko y Midori- le dan más vuelo a la
trama que, en definitiva, es un sobrevuelo sobre la muerte y el despojo más una
dosis de sexo y cultura pop, aunque en su versión más melancólica. Tokio Blues
transcurre en el mismo mundo que la Trilogía de la Libertad de Sartre y los
relatos de Kerouac.
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