Una épica que habla por sí misma

Reflexión

La relación entre el fútbol y las letras es, cuanto menos, irregular. La histórica división entre pueblo y academia, dejó al fútbol con el primero y a las letras con el segundo. Afortunadamente, unos pocos pero influyentes autores incorporaron el fútbol a sus textos, en lo que puede interpretarse como un acto de resarcimiento. Es que las que despierta un equipo en sus hinchas, son pasiones aparentemente demasiado bajas. No se acercan ni al amor, ni a la ira ni a los celos, aunque las contiene a todas. Por eso el canon literario le ha rehuido a este deporte (y a todos, en definitiva). Borges lo despreciaba porque le parecía de mal gusto alegrarse solo si el equipo propio gana, nunca vería salir a un hincha de la cancha luego de ver perder a su equipo y decir que estaba contento porque había sido un lindo partido. Borges probablemente dividiera el mundo entre los hechos estéticos y los que no lo son. Roberto Fontanarrosa, un anti-Borges si se puede decir así, apasionado del fútbol, escribe en uno de sus cuentos la historia de un viejo que mira un partido y ve arte: danza en los movimientos, teatro en las protestas al árbitro, escultura en la complexión de los jugadores, pintura en las camisetas y el paisaje. De lo que se deduce que hay arte en el fútbol. Solo hay que saber verlo. Pero en el fútbol hay algo más atractivo que el arte: la épica. Desde los equipos más modestos del amateurismo a los gigantes de las ligas europeas (verdaderas competencias de dream teams en algunos casos), la esencia del juego es ganar ante un rival que es exactamente igual que uno. Porque por más diferencia de jerarquías que exista, ningún equipo es inmune a una mala tarde, lo cual hace que el fútbol sea, como lo definió Dante Panzeri, dinámica de lo impensado. Por supuesto que el mundial también es un negocio de proporciones colosales, en el que no alcanzan los ceros para formar las cifras que se alcanzan en concepto de derechos de televisación, sponsors, publicidad estática y en camisetas y también apuestas en los países donde está permitido. Y eso sin hablar lo que representa para el país anfitrión el turismo receptivo. Por ejemplo, se dice que los escoceses consumieron absolutamente toda la cerveza de la localidad cordobesa de Alta Gracia durante el certámen de 1978. El siglo XXI es el pináculo de la hiperprofesionalización del fútbol: los jugadores son atletas de alta competición, se mide la tenencia de balón, la efectividad de los pases y los kilómetros corridos dentro del campo de juego, la pelota corre como si la cancha fuera un flipper. Mientras en algunos mercados se trabaja sobre los jugadores con la dedicación que tiene un coche de fórmula uno, en aquellos otros en que no hay dinero para invertir en el diseño de futbolistas, aparecen los distintos, los talentos naturales que no pueden fabricarse. Porque, a fin de cuentas, aunque el mundo esté mirando, aunque haya miles de millones de dólares, euros y monedas del mundo invertidas ahí, todo se define entre 22 hombres en un campo de juego, con una pelota que rueda. El mundial es el evento en el que la épica llega a su máximo esplendor. Esto abarca la clasificación y el pase a fases eliminatorias de países sin tradición futbolística así como la exclusión de otros que, por el contrario, eran candidatos a alzar la copa.Abarca la final de 1950 en la que, bajo el liderazgo de Obdulio Varela, Uruguay le dio vuelta el partido al poderoso Brasil. Abarca dos finales consecutivas entre Argentina y Alemania, ambas con Maradona como figura, definiéndose primero en favor de la albiceleste y luego en favor de los teutones, en un partido con expulsados, lesiones, penales y jugadores sobreponiéndose a cualquier condición física. Hay partidos en los que no juega el cuerpo sino el alma. Quizás no haya nada que reclamarle a los hombres y mujeres de letras por su menosprecio o desprecio por el fútbol y más aún, por su pináculo, el mundial. La épica de la pasión habla por sí misma.

Comentarios

  1. Estamos ante la épica de la pasión. Y si hay ira, celos, amor, angustias, esperanzas y muy cierto que a pesar y por sobre arreglos, dimes y diretes, económicos, ideológicos y de otros tintes todo lo definen los 22 guerreros que dejan el alma en el espacio entre dos redes. Muy buen texto. Gracias.

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  2. Soy la autora del comentario. Ana Rivadavia. No fue la intención que fuera anónimo.

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