El Decamerón


De Giovanni Bocaccio

Si uno quisiera tener un panorama de los tópicos que atravesaban la literatura de la baja Edad Media, definitivamente debería abordar el Decamerón. El italiano Giovanni Bocaccio elabora una obra magnánima en un momento muy específico, el de la peste negra asolando Europa a mediados del siglo XIV. Allí reunirá a diez personas que escaparán de ese mal y para sobrellevar el aburrimiento, intercambiarán relatos.
Es fundamental leer el proemio, donde se hace un relato descarnado de los efectos que la enfermedad transmitida por las ratas causaba no sólo a nivel médico sino a nivel social. Los síntomas, la disposición de los cadáveres, la desolación de las viviendas. En ese marco, después de una misa, las jóvenes Pampinea, Fiammetta, Filomena, Emilia, Laureta, Neifile, y Elissa deliberan que es necesario abandonar Florencia ante el brote que está diezmando a la población. Pero también consideran que no pueden hacerlo sin una compañía masculina por lo que, cuando se encuentran con Pánfilo, Filostrato, y Dioneo, los invitan y allí empieza la parte más jugosa del libro: la de los relatos. Esta estructura en cajas, consta de diez cuentos –uno narrado por cada uno de los protagonistas- en cada uno de los diez días que los jóvenes se encuentran recluidos en la campiña. En cada jornada se designa, a modo de juego, a un rey o reina que ordenará la naturaleza de los cuentos que deben contarse. Así, por ejemplo, proponen “historias de amor con final feliz” o “sobre aquellos que se defendieron con alguna respuesta aguda, evitaron daños y afrentas e hicieron callar a los necios”. Así van sucediéndose verdaderos cuentos de amor, de locura y de muerte, más paisajes exóticos, erotismo, humor y hasta alguna historia sobrenatural.
El nombre “Decamerón” deriva de dos palabras griegas: deka (día) y hemera (día). Fue escrito entre 1348, cuando hubo uno de los brotes más violentos de peste bubónica y 1353. No todos los cuentos son de la autoría de Bocaccio, sino que se nutrió de algunas historias que ya circulaban en la narrativa de la época (fundamentalmente en forma oral). La Inquisición prohibió este libro por mucho de su contenido licencioso y muchas veces burlón de la Iglesia Católica, aunque es igual de irreverente con los cultos judío y musulmán. Pese a la censura, el libro se convirtió en una referencia ineludible de su período histórico con una fuerte influencia que se extiende hasta nuestros días.

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